Sobre la rama seca un cuervo se ha posado; tarde de otoño Matsuo Bashō *
1.
Todavía puedo escuchar a Mami Goda pronunciar este haiku de Bashō en japonés, con sus pausas, con su delicadeza:
Kare-eda ni karasu no tomarikeri aki no kure.
Fue en una clase sobre estética wabi que dio en el Instituto Superior de Estudios Japoneses de Nichia Gakuin. “No sé si representa el wabi, es una sensación”, dijo. “El cuervo irrumpe de la nada y va hacia la nada”, siguió Goda sensei. El haiku tiene esa condición etérea que para mí es lo contrario a la presencia de un cuervo: intimidante, contundente. Este haiku en particular condensa esa luz tenue y débil del otoño. Creo que el envío de hoy viene teñido por esos colores.
2.
En mi primer viaje a Japón visité un templo en Kiikatsura, el pueblo natal de mis abuelos paternos en la prefectura de Wakayama. Mi abuela Emiko pronunció una palabra en japonés: karasu. En Japón el cuervo es un ave especial. En estas latitudes puede entenderse como símbolo de mal agüero pero en la mitología japonesa es un mensajero, también un guía. Ese cuervo tiene tres patas (yatagarasu).
Cuando escuché la palabra recordé una canción de la infancia, Nanatsu no ko. Es una canción un poco triste, melancólica, acerca de siete cuervos bebés que esperan a su madre en la montaña. Me encontré ahí, en el pueblo de mis abuelos, con una palabra que me llevó a una canción, que a su vez disparó mil recuerdos. Nanatsu no ko era la canción que me cantaban mis abuelas de niña. Y esa misma canción, volví a cantarla yo en mis últimos meses de embarazo y luego cuando nació. Una canción de cuna que canté muchas veces al unísono, con mi mamá y con mi abuela, para hacer dormir a mi hijo.
3.
Lo hermoso de Nanatsu no ko es que es un diálogo con una madre, que es un cuervo que tiene siete crías: siete niños adorables de ojos redondos. Conservo todavía el cassette en donde aparece este clásico junto a muchos otros, y en la portada del mismo se ve a esta mamá alimentándolos. También aparece un teru bozu, y una niñita de carita triste.
Si en google tipeás 七つの子 van a aparecer muchísimas versiones de esta canción. Muchas son animadas, otras con coreografías, cantadas por adultos. Mi preferida es esta. Es la original, de 1921, compuesta por Nagayo Motoori y escrita por Ujoo Noguchi y cantada por una voz que percibo infantil. Del video me dan mucha ternura las imágenes de los pájaros: algunos de ellos no son cuervos. Como sea, ver pájaros y hacer dormir niños con canciones de cuna deben ser de las cosas más relajantes que hay en el mundo.
4.
Decía que la presencia del cuervo es más bien intimidante y contundente. Y con esto último me refiero a su graznido. Por las noches, incluso una ciudad superpoblada como Tokio puede ser silenciosa. Y es ahí donde se escucha a los cuervos. En su documental Tokio Ga (1985) Wim Wenders también los nota y queda registro cómo irrumpen en la ciudad:
“Tokio era como un sueño. Y hoy mis propias imágenes parecen inventadas. Como si después de mucho tiempo encontrara un pedazo de papel sobre el cual hubiera transcrito un sueño a la primera luz del alba. Lo leía maravillado porque no reconocía nada, como si fuera el sueño de otro. Y así, hoy es difícil creer que yo haya tropezado con este cementerio donde bajos los cerezos en flor, grupos de personas estaban de picnic bebiendo y riendo. Por todas partes tomaban fotos. Durante mucho tiempo el graznido de los cuervos resonó en mis oídos”.
5.
“Una maceta de origami en la billetera” fue el nombre del encuentro de Cine & Literatura de este mes en la librería Mandrágora. Trabajamos la película Perfect days y el documental Tokyo ga de Wim Wenders e hicimos un cruce con El elogio de la sombra, de Tanizaki. Vamos a repetir ese encuentro en formato online el sábado 8 de junio de 11 a 12.30hs. Si querés sumarte te dejo toda la info ACÁ.
Esta ilustración en acuarela es de Nicolás Pellizzer. Los invito a disfrutar de las ilustraciones de escenas de películas, una curaduría de imágenes exquisitas, que sube a su cuenta de Instagram.
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En junio la propuesta es “Al correr del pincel”: vamos a explorar El libro de la almohada de Sei Shonagon y el cine de Peter Greenaway. El encuentro es el 6 de junio de 19 a 20.30hs, presencial en Mandrágora. Para anotarte o recibir más info, click ACÁ.
7.
Por último, te dejo una invitación. Este domingo estaré en la Casa Nacional del Bicentenario en una actividad que cruza mi libro, El viento entre los pinos, con la exposición de la artista Fernanda Rege, Recartografiar el mundo. La actividad es a las 17hs, con entrada libre y gratuita en Riobamba 985 (CABA).
Para despedir esta entrega dejo sonando esta canción que considero la más pegadiza de todo el (gran) soundtrack de Perfect days. Se llama Aoi sakana, de Sachiko Kanenobu y este es un fragmento de la canción que parece un poema:
Mar y peces azules hace mucho tiempo fueron míos pero ahora solo un viento frío pasa a través de estas manos vacías
¡Hasta pronto!
Malena.-
*Traducción: Fernando Rodríguez-Izquierdo
¡Muy bueno, Malena!
Qué belleza de entrega. Gracias por los siete cuervos que imagino en mi ventana